Lecturas para una pandemia, con Victoriano Santana Sanjurjo
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Las dos Amelias, de José Luis Correa.
Presentada por: Victoriano Santana Sanjurjo (PDI de la Facultad de Ciencias de la Educación. ULPGC)
Este confinamiento modifica nuestro estado de ánimo más veces de las deseables porque no podemos hacer cuanto quisiéramos. Nos gustaría salir, ver a nuestras amistades, pasear, dar clases presenciales, movernos con normalidad..., pero no podemos. Respetamos las directrices gubernamentales y procuramos "gastar" las horas de encierro en hacer cuanto nos apetece. Ya que no podemos pisar la calle, hagamos aquello que nos entretenga y nos evada de la manera más agradable de los relojes.
Y aquí entra la lectura. En este propósito de pasar las horas de la mejor manera posible, la lectura tiene mucho que decir. Para mí, al menos, es así. Pero no cualquier lectura ni en cualquier momento. No. Como todo lo exquisito, hay rituales y circunstancias que determinan qué, cuándo y cómo leer. Por muchas horas disponibles que tengamos, hay títulos que deben ser leídos en un tramo del día y títulos que exigen ser consumidos en otra parte de la jornada.
En estos días, dado el giro que ha sufrido mi modo de vida, he detectado que hay textos que a primera hora de la mañana entran bien. Estoy descansado; la cabeza, despejada y puedo adentrarme en según qué complejidades textuales y conceptuales. Los ensayos y los textos académicos (algunos son mucho más entretenidos que muchas novelas) se dejan querer en esta parte del día.
A media tarde y en los instantes previos al anochecer, siento que necesito algo ligero, algo diáfano, algo que entre suavemente, que me enganche con facilidad, que no suponga un esfuerzo intelectual y que me permita esbozar una sonrisa. Algo sumamente entretenido que me prepare para finalizar la jornada.
Ni que decir tiene que exijo una composición impecablemente escrita y una obra de ficción bien hecha. Cualquier cosa no me sirve. Hay tantas maravillas escritas esperando a ser leídas que no puedo permitirme el lujo de perder el tiempo leyendo bagatelas ni textos infames.
Para esa media tarde que camina hacia el anochecer, para esos momentos del día en los que puede que esperes lo mismo que yo de un libro, te recomiendo la última novela de José Luis Correa: "Las dos Amelias" (publicada por Alba Editorial hace un par de meses).
El maestro Correa jamás falla. La suya es una prosa literaria efectiva, sin ornamentos retóricos, clara, directa, adobada con esa retranca y esa socarronería tan nuestra, y con un narrador protagonista muy sólido que, desde su perspectiva, conduce el relato de una manera magistral; pues admirable es para mí que su discurso se articule haciéndome presuponer que los hechos importan menos que el modo en el que se cuentan. Ahí está la grandeza de su literatura y, para ser más concreto, de estas páginas que te invito a degustar.
¿La solución del conflicto que se plantea tiene importancia? Sí, y en "Las dos Amelias" es sorprendente (te aviso: muy sorprendente); pero para mí siempre es una cuestión secundaria. No me interesan los finales, sino los trayectos. No me interesan los destinos, sino los recorridos. Por eso admiro a Correa y, de paso, a muchos otros magníficos novelistas de nuestra tierra que, sin duda alguna, han de tener un espacio en estas "Lecturas para una pandemia": Álamo de la Rosa, Ravelo...
¿Que qué te propongo que leas? Esto: la exposición que hace el célebre detective Ricardo Blanco sobre las investigaciones que realizó para averiguar quién asesinó a una "influencer" en el Hotel Parque de la capital palmense. Aunque encontrar a quien la mató es un asunto que forma parte de las obligaciones de la policía, el narrador relata cuanto hizo para cumplir con el encargo de una clienta a la que solo le une con la víctima una circunstancia meramente espacial: estar juntas en la misma habitación durante un instante.