España ocupa el sexto lugar como destino arqueoturístico del mundo

10 Junio 2014

España cuenta con ocho yacimientos y sitios arqueológicos declarados patrimonio de la humanidad. El país se encuentra en los primeros destinos arqueoturísticos del mundo. Ocupa el sexto lugar, de acuerdo con un estudio llevado a cabo por la Universitat de Barcelona y la Red Ibertur en el 2009. Un potencial que resulta muy atractivo para un determinado perfil de turista. El citado informe lo describe así: mayoritariamente de sexo femenino, nivel de estudios superior y renta media-media alta. Suele viajar durante todo el año y en lo que se refiere a edad pertenece a dos grupos: entre los 25-34 y los 35-44 años.

Sin embargo, si miramos los grandes números, el turismo arqueológico sigue siendo un fenómeno poco desarrollado. Seis de cada diez turistas extranjeros que visitan nuestro territorio lo hacen por motivos culturales, según un informe del Instituto de Turismo de España. Una cifra que podría ser muy superior si se sumaran más españoles a esta oferta. “El turismo arqueológico en España es todavía un reto. Tenemos un gran potencial pero no se le ha dado la importancia de otros destinos del Mediterráneo como Chipre, Egipto, Grecia, Italia o Malta. Es preciso activar nuestro patrimonio arqueológico, que sigue siendo bastante desconocido tanto por la ciudadanía como por los turistas”, explica Jordi Juan Tresserres, profesor asociado de Gestión del Patrimonio y Turismo Cultural de la Universitat de Barcelona y coordinador del portal Arqueotur.org.

En particular, Tresserres señala algunas joyas poco conocidas por el gran público, como los sitios rupestres del arco mediterráneo peninsular o los de la segunda edad del hierro, como los ibéricos o celtibéricos. “Tenemos una gran cantidad de sitios adaptados a la visita pública, centros de interpretación, museos arqueológicos... Pero nos falta llegar aún más a la sociedad. Porque la gente no visita lo que no conoce”, dice. Jesús Barba, es profesor de arqueología por la UNED. Hace dos años decidió montar, junto a unos socios, una agencia de viajes centrada en turismo arqueológico, Pausanias. “La mayoría de nuestros clientes son adultos, pero no son especializados. Tienen inquietudes culturales en la mitología, la historia, el ensayo. No proceden del mundo académico. Promovemos un concepto de turismo slow. Nosotros les acompañamos, pero ellos no quieren catedráticos impartiendo clases”, indica. Barba coincide en el análisis anterior: “Mucha gente no conoce los parques arqueológicos que tenemos aquí y que son espectaculares, porque tiene más glamur fijarse en el extranjero. Pero yo diría que tenemos más variedad que en cualquier otro sitio: desde la prehistoria hasta los íberos y las ruinas romanas y medievales”.

Para promover las riquezas arqueológicas se está intentando, desde distintas instituciones y entidades, que el turista apasionado por la arqueología pueda disfrutar, además la clásica visita a yacimientos y museos arqueológicos, de exposiciones temáticas, talleres especializados, experiencias más creativas. Por ejemplo, participar como espectador o en primera persona en eventos de recreación histórica, ser voluntario en una excavación arqueológica ayudando a los profesionales o realizar talleres donde poder reproducir una receta de cerveza prehistórica, por poner algunos ejemplos. Con la ayuda de Jesús Barba, se han seleccionado algunos destinos para el aficionado al encanto de las piedras.

Eventos y recreaciones

Para acercar la arqueología al visitante se han creado en los últimos años productos turísticos relacionados con la historia, pero en formatos diferentes de la clásica visita al yacimiento. Es el caso, por ejemplo, de las rutas temáticas, como la Ruta de los Íberos, la Ruta de la Celtiberia o la Ruta de la Bética Romana. También cabe destacar la puesta en marcha de los itinerarios europeos especializados, como los denominados Caminos de Arte Rupestre (CARP). Otra de las tendencias consiste en potenciar el aspecto participativo. Así, se pueden mencionar en este sentido los espectáculos y celebraciones de recreación histórica. Destacan las de Cartagena (romanos y cartagineses), Tarragona (Tarraco Viva), Empúries (Triunvirato), Guissona (mercado romano), Sant Boi de Llobregat (Ludi Rubricati), Fortuna22 (Fiestas Sodales Íbero-romanas), Segeda (Idus de Marzo y Vulcanalia), o Colungo (Juegos Prehistóricos), entre otros. A estas hay que añadir fórmulas que suman lo lúdico al interés cultural: por ejemplo los más atrevidos se pueden vestir de romano para visitar la villa romana dels Munts en Altafulla (Tarragona) y degustar, tras el recorrido, la gastronomía de la época. O alojarse en un hotel, como el Vil·la Romana de Salou, que conserva los restos arqueológicos romanos en su interior. A esta lista podemos añadir los festivales de teatro clásico, como el de Mérida, y de cine arqueológico, como el del Bidasoa; conmemoraciones asociadas a personajes o a acontecimientos, como el XIX centenario de la muerte de Marcial en Zaragoza y otros sitios arqueológicos integrados de las ciudades patrimonio de la humanidad, el camino de Santiago o la Red de Juderías. Por último, no olvidar la arqueología geológica: desde el complejo minero neolítico de extracción de variscita de Tintorer (Gavà) a las minas de Bellmunt del Priorat (Tarragona), Cercs (Barcelona) o las minas de de cinabrio, en Almadén (Ciudad Real).

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