Asesinato en la Biblioteca de Veterinaria
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Exposición "Perlas ensangrentadas"
Algo extraño estaba ocurriendo en el campus. Era el tercer crimen que sucedía en una de sus bibliotecas en los últimos meses, y el ambiente comenzaba a volverse gris, pesado, como si una sombra invisible deambulara sobre cada estantería y pasillo. Nadie podía ignorarlo más.
El cuerpo del profesor Yeray yacía inerte entre las estanterías de la biblioteca de la Facultad de Veterinaria, con la cabeza abierta por el impacto de una pesada grapadora. La sangre había salpicado algunos libros de referencia, varias revistas y un grueso volumen de anatomía animal. Todo era un desastre.
El inspector Tacoronte miró a las dos mujeres frente a él.
Guacimara, la bibliotecaria, lo miraba con los brazos cruzados y el ceño fruncido. Sus gafas resbalaban levemente por su nariz afilada, y con un gesto molesto las recolocó. No parecía afectada.
—Esto es un problema —dijo Guacimara—. ¿Sabe cuánto va a costarme reorganizar todo esto? Los libros manchados de sangre no pueden usarse, y las pruebas forenses tardan días. Tendré que cerrar la biblioteca. ¿Y todo por qué? Porque alguien no supo resolver sus problemas fuera de mi espacio de trabajo.
El inspector la estudió. Ni una pizca de compasión. Ni siquiera había preguntado cómo había muerto el profesor.
—Señora, ¿a qué hora vio por última vez al profesor Yeray?
—Ayer en la tarde. Vino a devolver un libro tarde, como siempre. Le recordé las normas. Me ignoró, como siempre. Y entonces… bueno, lo siguiente que sé es que está aquí, ocupando espacio.
Tacoronte suspiró. Luego miró a Pino, la señora de la limpieza. Ella se retorcía las manos, con gesto afligido y preocupación. Estaba un poco trastornada
—Ay, mi niño, yo no sé nada. Juraito. Por la mañana ya estaba ahí tirado y cuando lo vi me desalé.
—¿Vio algo sospechoso anoche?
—Pues… —dudó un instante—. No quiero señalar a nadie, pero cuando pasé para cerrar las aulas, vi luz en la biblioteca. Como si alguien estuviera aquí dentro.
Tacoronte miró a Guacimara.
—¿Estuvo aquí anoche?
La bibliotecaria rezongó.
—¿Y qué si estuve? Es mi biblioteca. Trabajo hasta tarde. ¿Eso me hace sospechosa? ¡Fuerte bobería!
—Quizá no tanto —dijo el inspector, mirando el suelo—. Pino, ¿qué producto usa para limpiar los pasillos?
—Uno especial, para desinfectar. Pero… inspector, yo solo limpio, ¡yo no mato gente!
Tacoronte señaló el suelo. Un leve rastro de producto de limpieza llegaba hasta el cuerpo.
—Entonces, ¿Cómo explica que justo alrededor del cadáver haya restos de ese desinfectante?
Pino tragó saliva.
Guacimara resopló.
—Fantástico. No solo un asesinato, sino un pésimo trabajo de limpieza.
El silencio en la biblioteca se volvió insoportable. Alguien estaba mintiendo. O quizás… las dos.
Lo más trágico de todo era la víctima. Yeray no era un profesor cualquiera. Era un pilar fundamental de la Facultad de Veterinaria, alguien que todos en el campus apreciaban. Sus estudiantes lo adoraban, no solo por su carisma y entrega, sino por la pasión con la que enseñaba. La facultad no sería la misma.
Tacoronte miró el cuerpo con una mezcla de rabia y determinación. Aquello no era un simple crimen. Era una pérdida irreparable. Y alguien en esa sala sabía más de lo que estaba dispuesto a contar.
Para saber más, pásate por la biblioteca de Veterinaria del 10 al 28 de febrero de 2025. Te invitamos a sumergirte en el misterioso y fascinante mundo del género negro con la exposición "Perlas ensangrentadas. El género negro en la novela y el cine".
La exposición ofrece un recorrido único y cautivador a través de los oscuros callejones de la literatura y el cine criminal. Cada espacio está dedicado a explorar diferentes aspectos del género:
"Perlas ensangrentadas" es un tributo a la novela negra en todas sus facetas: desde los clásicos que definieron el género hasta las tendencias más contemporáneas que lo reinventan. Una oportunidad única para los amantes del suspense, la intriga y el misterio, donde el crimen se convierte en un arte.