Día Internacional del Trabajador@ 2018
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Llega el primero de mayo, día marcado en el calendario de muchos países en color rojo. Para muchas personas es una ocasión perfecta para pasar un día de playa con la familia o la oportunidad de disfrutar de una jornada tranquila en casa.
Sin embargo, para otras es una fecha en la que lo festivo y lo reivindicativo se dan la mano: el día elegido para salir a la calle y sumarse a alguna de las numerosas manifestaciones que tienen lugar por el Día Internacional del Trabajador@.
“Tiempo de ganar”
Este año los sindicatos convocan las marchas bajo el lema “Tiempo de ganar”. El objetivo es, una vez más, el de reclamar mejores condiciones laborales y plantarle cara a la precariedad y la desigualdad que, con motivo de la crisis asoló derechos y bienestar social a modo de constantes reformas laborales.
Disminuir derechos no ha resultado ser la mejor receta para curar la desigualdad ni para que nuestra sociedad mejore económica ni socialmente, es más, las desigualdades han aumentado considerablemente. Nunca como ahora, ha existido una relación tan estrecha entre trabajo y precariedad. Las promesas de que las bajadas de salarios y el aumento en la jornada laboral serían medidas temporales, han quedado hechas añicos.
Los trabajadores de los países de ingresos bajos no deben ser privados de derechos fundamentales en nombre del derecho industrial y el éxito exportador.
Dani Rodrik
Y de nuevo, la clase trabajadora se ve en la obligación de salir a la calle para exigir dignidad y recuperar los derechos por los que tan duramente se ha peleado, a lo largo de nuestra democracia, y que tanto costaron conseguir.
Repensar el trabajo
En las últimas décadas, la humanidad ha experimentado grandes revoluciones que han venido de la mano del desarrollo industrial y tecnológico. Revoluciones que, a su vez, han propiciado, no solo cambios tecnológicos, sino también sociales y ambientales. Surgen nuevas necesidades y en consecuencia, nuevos perfiles laborales. La sociedad cambia y el mundo laboral con ella.
Hoy vivimos en la era digital, donde tenemos la posibilidad de acceder a nuevos niveles de conectividad e información que transforman la manera de trabajar y estudiar y que han dado paso a un nuevo estilo de vida, convirtiéndonos en una ciudadanía global.
Un mundo global no significa, necesariamente, más impersonal, aunque esté más robotizado. Una sociedad justa, equitativa y solidaria debe aspirar a nuevas formas de consumo y, en consecuencia, de trabajo.
¿Somos menos reivindicativos?
Jorge Moruno, sociólogo y autor de No tengo tiempo. Geografías de la precariedad, alerta sobre las injusticias que están generando las actuales condiciones laborales, con las que se explota a la clase trabajadora, haciéndole creer que el mero hecho de tener un trabajo, es un privilegio. Argumento que ha avalado la política de recortes desde los inicios de la crisis.
Hay una industria de la motivación que quiere vender las carencias y la precariedad como un reto y una misión a superar cada día. El que no corre lo suficiente, se queda fuera.
Jorge Moruno
En esta realidad laboral, proliferan perfiles propios de la precariedad: becas que se eternizan, falsos autónomos en forma de freelance, minijobs… al que hay que sumar el peligroso juego con las pensiones. Según Moruno, la precariedad consume mucho tiempo y las sociedades productivas son aquellas donde menos se trabaja: en Alemania trabajan más de 300 horas menos que en España, apostilla el sociólogo.
Murcia / Marcial Guillén (EFE)
Tiempo nuevo
En esta Cuarta Revolución Industrial, la 4.0, los retos que nuestra sociedad se imponga, deben ir más allá de las cifras económicas. Si queremos marcar la diferencia, resulta imprescindible repensar la ciudadanía y el modelo de consumo y, por ende, el modelo de trabajo.
Tenemos que estar preparados para trabajos que áun no existen con herramientas que no se han desarrollado para resolver problemas que aún no están planteados.