La vuelta al mundo de Julio Verne

21 Abril 2025

«Precursor de la ciencia ficción» y «Padre de la literatura de anticipación» son etiquetas inseparables del autor de la lectura que protagoniza el librofórum de este miércoles, 23 de abril, a las 18:00 h, en la Biblioteca de Ingenierías. Se puede discutir si lo fue en realidad, y en qué medida, ya que no faltan otros precedentes en la literatura y él mismo se consideraba un autor de literatura científica que acercaba al público los últimos conocimientos científicos y sus aplicaciones técnicas. Es decir, una especie de una labor divulgativa en forma novelada.

Lo que nadie puede negar es que Jules Verne (1828-1905) fue, por encima de todo, un maestro de la novela de aventuras. Obviamente, de aventuras donde tenían cabida la tecnología y la anticipación mencionadas. Ambas cosas se encuentran en abundancia en la colección genéricamente titulada Viajes extraordinarios, 60 volúmenes publicados entre 1863 y 1918 (54 en vida y 6 póstumamente) a los que el francés debe su fama. Aquí se encuentran títulos emblemáticos como la seminal Cinco semanas el globo, Viaje al centro de la Tierra (1864), De la Tierra a la Luna (1865), Los hijos del capitán Grant (1868), 20 000 leguas de viaje submarino (1869-1870), La isla misteriosa (1875), Un capitán de quince años (1878), Las tribulaciones de un chino en China (1879 y un largo etcétera.

La vuelta al mundo en ochenta días es otra novela perteneciente al selecto grupo de las más exitosas. Como sus hermanas, apareció por entregas en la prensa (entre noviembre y diciembre de 1872) antes de hacerlo en formato libro (30 de enero de 1873) en la editorial Heztel. El argumento es de sobra conocido: Phileas Fogg, un adinerado caballero inglés, apuesta la mitad de su fortuna a que será capaz de dar la vuelta al planeta en los ochenta días del título. Acompañado de su fiel sirviente Passepartout (Picaporte en castellano) se embarca en un frenético viaje por tierra y mar que le conducirá por territorios del Imperio británico o de habla inglesa: de Londres a Suez; de aquí a Bombay y Calcuta; de la populosa ciudad bengalí a Hong Kong, y de ahí a Yokohama; a continuación, un salto del puerto japonés al de San Francisco; sigue un recorrido por los Estados Unidos, de costa a costa; finalmente, la travesía del Atlántico desde Nueva York y el regreso a la capital londinense. Semejante periplo no está exento de contratiempos y de una buena dosis de suspense, incluyendo la vigilancia a que es sometido el protagonista por parte de un detective de Scotland Yard, convencido de que aquel es un ladrón de bancos al que anda buscando. Tampoco sin la presencia del elemento romántico encarnado en la joven india Aouda. Eso sí, empleando todos los medios de transporte conocidos en la época: barcos, trenes, trineos, incluso animales de carga como el elefante.

La historia se convirtió en una de las más populares del novelista. Conoció una pronta y polémica adaptación teatral, pero es en el cine donde ha tenido mayor recorrido. De las varias hechas para la gran pantalla y la televisión, destaca la clásica de 1956, dirigida por Michael Anderson y producida por Michael Todd para United Artists, con David Niven, Cantinflas y Shirley MacLaine en los respectivos papeles de Fogg, Picaporte y Aouda. Por cierto, que aquí aparece un globo aerostático como medio de transporte, el cual no figuraba en la novela. En España tuvimos una serie de dibujos animados a comienzos de la década de los 80, coproducida con Japón y protagonizada por animales antropomorfizados, titulada La vuelta al mundo de Willy Fogg, todo un hito en la TVE de la época.

Ya en vida del autor, un sector de la crítica literaria consideraba su obra inmadura y destinada a un público infantil y juvenil. Lo primero no se sostiene, pero hay algo de verdad en la segunda afirmación. Al igual que Emilio Salgari (novelista de pura aventura clásica), su lectura alumbró y marcó la infancia y adolescencia de generaciones; a veces, con la ilustración acompañando y hasta adueñándose del texto, caso de las Joyas literarias juveniles que editó Bruguera entre 1970 y primeros años 80 del siglo XX. Hoy la influencia es mucho menor, en consonancia con los nuevos tiempos y las nuevas generaciones. Pero queda en pie el mito de Julio Verne, uno de los grandes nombres de la literatura universal.

 

(Cubierta de la primera edición francesa de la novela: D. P. Wikimedia Commons. Mapa: Andru.p.b. Wikimedia Commons, CCC BY-SA 3.0)

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