La Novena de Beethoven
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El pasado 7 de mayo se cumplió el segundo centenario del estreno de una obra cumbre en la historia de la música. También fue el último gran éxito de su autor, aquejado de una sordera casi completa y de una salud en declive que desembocaría en la muerte al cabo de tres años. Con estos datos, es posible que hayas adivinado que se trata de la inmortal Novena Sinfonía de Beethoven.
Tanto se ha investigado, estudiado y opinado durante dos siglos acerca de este creador inmenso, que renunciamos a ser originales. Bastará recordar que Ludwig van Beethoven, compositor, pianista y director de orquesta, es considerado uno de los autores más influyentes en la evolución de la música occidental y, específicamente, de la clásica. En vida disfrutó del reconocimiento artístico y popular, a pesar de su carácter difícil y de los problemas económicos y de salud. Su producción abarcó un amplio espectro de la música culta de la época: de sonatas para piano a sinfonías, pasando por conciertos para distintos instrumentos, música sacra, de cámara e incidental. Más de 300 obras en total, los dos tercios publicados después de fallecido.
Cuando empezó a trabajar en su sinfonía número nueve, había compuesto las ocho precedentes (obvio), varias sonatas y los cinco conciertos para pianos, ciclos de lieder (canciones líricas breves), cuartetos de cuerda, el triple concierto y el concierto para violín y su única ópera. El llamado periodo tardío sería más intelectual e intenso, con no pocas innovaciones formales y un toque si cabe más personal. La elaboración de la Novena fue ardua y no concluyó hasta febrero de 1824. Como cualquier otro compositor clásico, Beethoven echó mano de conceptos y temas ya utilizados en obras anteriores; incluso, alguna melodía de origen morzatiano. El resultado fue la sinfonía más larga y con la mayor orquestación de todas, estructurada en cuatro movimientos que desembocan en un final coral: el famoso canto a la fraternidad universal, basado en la Oda a la alegría del poeta Friedrich Schiller.
El estreno del 7 de mayo de 1824 en Viena llegó en un momento en que la figura del músico de Bonn parecía eclipsada por el italiano Gioachino Rossini. Supuso su reaparición en doce años y la reunión de la mayor orquesta que utilizara. Se cuenta que Beethoven, incapaz de escuchar a causa de la sordera, siguió dirigiendo (aunque no era el director oficial) mientras sonaban los aplausos y las aclamaciones del público. (La escena está recogida, con licencias, en la película Copying Beethoven.) Todo un éxito, pero no lo bastante para aliviar los apuros económicos del compositor. Su salud empeoró y terminaría falleciendo el 27 de marzo de 1827. El funeral fue multitudinario, como si Viena quisiera saldar la deuda contraída con Mozart décadas atrás.
La influencia de Beethoven y de la Novena en la música clásica va más allá de lo estrictamente musical. El hecho de que fuera la última de sus sinfonías dio lugar a que los grandes compositores románticos y postrománticos buscaran igualar o superar ese número. De ahí, la «Maldición de la Novena», una superstición popular según la cual ningún compositor lograría completar la décima. El primero en expresar abiertamente este temor parece haber sido Gustav Mahler, quien falleció habiendo completado el primer movimiento y esbozado los otros cuatro de la suya. Y el ruso Shostakovich sería el encargado de romper el mito, al componer nada menos que quince sinfonías entre 1923 y 1971 .
Anécdota al margen, la Novena de Beethoven es de las partituras clásicas más registradas en medios sonoros y visuales y, por descontado, de las más representadas. En la Mediateca tienes donde elegir. Solo en formato cedé, puedes empezar probando con Daniel Barenboim al frente de la Berliner Staatskapelle, en grabación de 1999 (CD 2030). De 1967 es la de Georges Szell conduciendo a la Cleveland Orchestra (CD 2023). Pero quizá prefieras el característico estilo de Herbert von Karajan, por partida doble: en registro de 1977 (CD 2028), con su Filarmónica de Berlín y un elenco solista de lujo; y en 1947 (CD 2041) con la orquesta homóloga vienesa, de cuestionable calidad sonora, pero de cierto valor histórico y donde luce la grandísima soprano Elisabeth Schwarzkopf. Por cierto que Karajan arreglaría la Oda a la alegría beethoveniana para su adopción como himno oficial de la Unión Europea desde 1985. Y es que el director alemán abordó en numerosas ocasiones la obra del maestro de Bonn. Y como una imagen vale más que mil palabras, te dejamos con este movimiento final de la Novena, acompañado Karajan de su orquesta berlinesa y de parte del elenco del 77:
(Retrato de Beethoven: Wikimedia Commons / Página 12 del manuscrito original de la 9ª Sinfonía de Beethoven: Staatsbibliothek zu Berlin. Dominio Público. Wikimedia Commons / Acuarela representando el funeral público de Beethoven: Franz Xaver Stöber, 1827. Dominio Público. Wikimedia Commons)
. Dominio Público.