El día que la música cambió el mundo
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O eso pareció suceder el 13 de julio de 1985. 1500 millones de personas alrededor del planeta asistieron a 16 horas de música en directo transmitida desde dos continentes. Participaron solistas y grupos de talla internacional, de lo mejor del pop y del rock anglosajón. Y se recaudaron más de 80 millones de dólares en beneficio de una las regiones más pobres del planeta, asolada por la hambruna. Sí, aquel esfuerzo común de artistas y de personas normales y corrientes, una sola voz bajo el lema Live Aid (DVD 970), verdaderamente parecía haber sido capaz de transformar el mundo.
La historia se ha contado muchas veces, empezando por Bob Geldof, el impulsor y organizador del proyecto. A principios de la década de los 80 gozaba de un cierto reconocimiento, cimentado en el éxito de The Boomtown Rats (sobre todo, el hit de 1979 I Don't Like Mondays) y en su participación en la película The Wall. Al mismo tiempo, la vena activista le llevó a participar en un acto de beneficencia para Amnistía Internacional en 1981. Tres años después, un reportaje de la BBC sobre la dramática situación en Etiopía —atribuida a la sequía, pero exacerbada por la guerra e instrumentalizada por la dictadura militar que gobernaba el país— le movió a viajar a África para conocer sobre el terreno la magnitud de la tragedia. Al regreso, él y Midge Ure, de Ultravox, escribieron una canción con el fin de recaudar fondos. Do They Know It's Christmas? reunió en Londres a un puñado de artistas y grupos top con el nombre de Band Air. Lanzada a comienzos de diciembre de 1984, fue directa al número 1 de las listas, donde se mantuvo durante cinco semanas consecutivas.
Hoy se recuerda mucho más We Are the World, de USA for Africa, el equivalente americano a la Band Aid. Más pegadizo, y superior en promoción y en ventas, se convirtió en un icono musical desde su salida en marzo de 1985. Mientras tanto, Geldof no había permanecido inactivo. Recibió con entusiasmo la idea de Boy George, líder de Culture Club, de organizar un concierto benéfico, que tendría que ser de grandes dimensiones y con participación de ambas orillas del Atlántico. Sin embargo, las dificultades eran enormes. Se trataba de preparar y luego coordinar dos macroconciertos simultáneos, en localidades separadas por un océano, antes de que existiera Internet y, por supuesto, el correo electrónico o el teléfono móvil. Y, por si fuera poco, trasmitirlos por televisión, vía satélite, a escala mundial.
El Live Aid comenzó en Wembley al mediodía del 13 de julio de 1985; en la tarde se sumó la parte estadounidense, que congregó a 99 000 personas en Filadelfia. (Ese mismo día hubo ocho conciertos menores en otros tantos países.) Se dieron cita numerosas estrellas históricas y del momento. Por parte británica, fue la oportunidad de volver a juntar a The Who o para que 21 minutos de actuación (fielmente recreados en Bohemian Rhapsody) relanzaran la popularidad de Queen y Freddie Mercuy. Del lado americano, también se dio una combinación de veteranía (Bob Dylan, Neil Diamond, The Beach Boys, Crosby, Still & Nash...) y juventud (The Power Station, Madonna, The Cars...), además de contar con la participación de un Phil Collins que se desdobló para estar presente en los dos recintos. Llamó la atención la ausencia de Bruce Sprinsteen, Prince, Stevie Wonder, Michael Jackson y otros nombres famosos, que se excusaron aduciendo diversos motivos.
Incluso con esas destacadas renuncias, el evento resultó un enorme éxito artístico y propagandístico. También la colecta de fondos, si bien su destino estuvo sujeto a controversia. El director de Band Air en Etiopía informó de que en torno al 20 % de los 127 millones de dólares finalmente obtenidos fue a parar a manos de la guerrilla antigubernamental. BBC se hizo eco de los rumores de uso indebido y de que apenas un 5 % había llegado a las víctimas de la hambruna. Este fue el origen de una disputa legal entre la cadena británica y la organización benéfica, que ganó esta última al demostrarse la falsedad de las acusaciones vertidas en su contra.
Geldof no quiso grabar los conciertos, considerando que tendrían más valor como un acontecimiento único que perdurase en la memoria. La BBC no opinaba igual, pero sus registros fueron incompletos y algunas cintas desaparecieron o se destruyeron. En Estados Unidos, ABC «desactivó» sus imágenes a petición del músico irlandés, de modo que no pudieran retransmitirse nuevamente. Por suerte, la MTV conservaba más de 100 cintas. Casi veinte años después, proliferaban las copias sin licencia por Internet, de modo que Geldof accedió a sacar una versión autorizada en formato DVD, partiendo de las fuentes oficiales disponibles. Algunas actuaciones no pudieron recuperarse al faltar el material original, otras se perdieron el mismo 13 de julio debido a cortes de energía o satélite, o por accidentes en el escenario. La de Led Zeppelin fue tan desastrosa, que no se incluyó a petición propia. A cambio, sí entraron actuaciones registradas pero no transmitidas. Por otra parte, la calidad del video y del audio es variable, por haberse grabado vía satélite, por el paso de los años, o por el mismo proceso de conversión entre formatos. A pesar de los esfuerzos por reparar los daños, no fue posible eliminar las molestas «bandas» horizontales que se producían cuando el volumen excesivo afectaba al objetivo de la cámara, como se aprecia en determinadas actuaciones. Por último, entre los extras encontrarás un documental emitido en 1986 sobre la labor de Band Air Trust y el gasto del dinero recaudado.
La caja conteniendo cuatro discos en sonido Dolby y DTS 5.1, con 10 horas de imágenes, salió a la venta en noviembre de 2004 y no se ha reeditado. A esas alturas, Geldof había aprendido unas cuantas lecciones sobre el funcionamiento de la política y la economía internacionales: Live Aid no acabó con el hambre en África, ni con las relaciones desiguales entre países ricos y pobres. Tampoco su activismo ha estado libre de críticas; por ejemplo, cuando el 2 julio de 2005 se celebró el Live 8 (once conciertos simultáneos) con el objetivo de concienciar a las los países más ricos del mundo (G-8) de contribuir al fin de la pobreza. Sin embargo, quienes vivieron aquel 13 de julio de hace cuarenta años recuerdan con nostalgia que la música cambió el mundo por un día.