Sucedió una noche (1934)
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Nadie daba un centavo por ella. No gustaba al presidente del estudio, no gustaba a la pareja protagonista y el mismo director acabó harto. Cuando se estrenó, un sector de la crítica siguió mostrándose hostil y parecía una película destinada a fracasar en la taquilla. Sin embargo, Sucedió una noche (DVD 5859) atrajo al público y ganó los cinco Óscar grandes. Y, lo más importante, renovó el género de la comedia romántica en Hollywood, inaugurando la era de la screwball comedy, o comedia de enredo.
A comienzos de la década de los 30, Frank Capra no era el director influyente que acabaría siendo. Cierto que la transición del cine mudo al sonoro no le supuso ningún problema y que dirigió más de una película exitosa para la Columbia Pictures de Harry Cohn, apoyándose en el guionista Robert Riskin y en el camarógrafo Joseph Walker. La última había sido Dama por un día, su primera nominación a los Óscar. Precisamente, durante la redacción del guion de esta última leyó «Night Bus», un relato corto con «aroma de la novedad». Consiguió que Columbia comprara los derechos para llevarlo al cine y después lo olvidó durante un tiempo.
De hecho, hubo algo de casualidad en que aquella historia terminara bien. Cohn no quería otra «película de autobuses» (Metro-Goldwyn-Mayer y Universal acababan de hacer dos) y cedió a Capra para que rodase un largometraje para MGM. Como quiere que el proyecto no cuajó, Capra y Riskin retomaron Autobús nocturno, cambiando el título por el más sugerente de Sucedió una noche y haciendo los papeles protagonistas más simpáticos y accesibles para el público. Otra cosa fue vencer las reticencias de Cohn, primero, y luego encontrar al actor y a la actriz que encarnaran esos roles. Hasta cuatro actrices rechazaron el femenino y Claudette Colbert accedió renuente tras asegurarse cobrar el doble y un tiempo de rodaje de tan solo cuatro semanas. Su contraparte sería Clark Gable, tampoco el primer candidato y sin el menor interés en el asunto, pero obligado por la Metro a lo que él consideraba un destierro a Siberia.
Rodando en exteriores, con el invierno prácticamente encima y con una pareja protagonista tensa, el equipo de Capra completó el trabajo en el tiempo convenido. Al final, Gable disfrutó de la experiencia porque, a juicio del director, pudo «interpretarse a sí mismo: el divertido, infantil, atractivo bribón que era el auténtico Gable». Colbert no cesó de dar problemas, pero a su negativa a desvestirse (mínimamente) ante la cámara se debe la escena de las «murallas de Jericó», la más recordada junto a la del autostop (y, ambas, extraordinariamente atrevidas para la censura del Código Hays).
El preesteno y el estreno del film hicieron temer que no se recuperarían los 325 000 dólares del presupuesto. Por fortuna, el público de las medianas y pequeñas ciudades reaccionó positivamente, encantando con la química de la pareja protagonista de aquella historia de caracteres opuestos (ella una rica heredera que se fuga para casarse con un cazafortunas, él un reportero que no la delata a cambio de la exclusiva) que acaban superando sus diferencias sociales. Justo el tipo de evasión que necesitaba la Norteamérica golpeada por la dura realidad de la Gran Depresión.
En la ceremonia de los Óscar de 1935, Sucedió una noche logró lo que ninguna otra hasta 1976: ganar en las categorías de mejor película, mejor dirección, mejor actriz, mejor actor y mejor guion. A Columbia le permitió salir del pelotón de los estudios pobres (Poverty Row) y acercarse al selecto grupo de las Majors. A Colbert la rescató de una carrera estancada en la rutina y a Gable, aparte de reforzar su popularidad, lo transformó en el glamuroso héroe romántico que confirmaría cinco años más tarde Lo que el viento se llevó. En cuanto a Capra, el resto de la década sería una sucesión de éxitos en la comedia y el drama.
Poco importa si It Happened One Night es o no la obra fundacional de la comedia screwball. Fue este título, y no otro, el que hizo ganar notoriedad a este subgénero, gracias a un enfoque romántico que parte de la hostilidad del primer encuentro y va desarrollándose entre momentos de rudeza y de suavidad, sin sentimentalismo y con un tono alegre y hasta jovial. En este sentido, creó una escuela de la que saldrían la periodística Luna nueva o la sofisticada Historias de Filadelfia.
(Cartel original: Columbia Pictures Corp. Dominio Público. Wikimedia Commons / Fotograma del tráiler original: DVD It Happened One Night, Columbia, 1999. Dominio Público. Wikimedia Commons).