Häxan (1922)
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(Imagen: FilmAffinity)
El 18 de septiembre de hace cien años, se estrenaba en Suecia un curiosa película, mitad documental, mitad ficción. Un relato sobre la brujería a cargo de Benjamin Christensen que hoy, pasado un siglo, conserva muchos puntos de interés para quien, como tú, sabe disfrutar del buen cine con independencia de cuándo haya sido rodado.
Hoy, en una nueva entrega de la sección «La peli del mes», el mundo de la brujería según Häxan (DVD 8074/8207).
Los adjetivos «innovador» y «seminal» se repiten al calificar la obra más conocida del danés Christensen. Aunque de irregular carrera, su nombre figura entre el puñado de directores (Victor Sjöström, Carl Theodor Dreyer) que dieron prestigio al cine escandinavo en el periodo silente. Un actor metido a labores de dirección con relativo éxito, que decide investigar sobre la brujería tras leer un ejemplar del Malleus Maleficarum, el famoso tratado de brujería demonológica publicado a finales del siglo XV. De ahí surgió la idea de recrear cinematográficamente el fenómeno de la caza de brujas, desde la Edad Media hasta la (su) actualidad. Para ello, estructura el filme en siete capítulos. En los dos primeros, diserta sobre el demonio, la bruja y las supersticiones en el pasado. En la sección central, escenifica el tratamiento que las autoridades religiosas medievales daban a las acusadas de brujería. Los dos últimos, explican esos comportamientos supersticiosos a la luz del saber moderno.
Antes de Häxan, Benjamin Christensen había filmado dos películas, de notable calidad artística, pero sin mucha aceptación en la industria cinematográfica danesa. (Fuente: Wikimedia Commons / CC BY-SA 4.0).
Christensen recabó apoyo financiero sueco para sacar adelante el proyecto, aunque rodase en Dinamarca. Para lograr la atmósfera oscura que buscaba, lo hizo preferentemente de noche o en espacios completamente cerrados. Un año de postproducción añadió efectos especiales que hoy parecen inocentes, pero que entonces resultaban innovadores e impactantes: maquillaje protésico, animación stop motion, superposición de imágenes, maquetas, algún movimiento inverso de cámara. El costo definitivo ascendió al millón y medio o los dos millones de coronas suecas de la época, lo que convierte a esta película en la producción muda escandinava más cara.
Desde su estreno en aquel lejanísimo 1922, las reacciones de crítica y público a Häxan («La bruja») oscilaron entre la admiración y el rechazo. El obvio mensaje anticlerical, y las tintas cargadas en lo grotesco, la crueldad y el erotismo, la hicieron blanco de la censura allí donde se exhibió, fuera Suecia, Dinamarca, Francia, Alemania o Estados Unidos. Paradójicamente, a Christensen le valió para publicitarse fuera de su país y trabajar en estos dos últimos, sin mucha fortuna, para luego regresar a su tierra natal y ser olvidado. Pero la obra sobrevivió al autor. Si los surrealistas se habían rendido a sus valores subversivos, la Contracultura de la segunda mitad del siglo XX la rescató para un público acostumbrado a la experimentación alucinógena. En 1967 fue remontada y subtitulada «La brujería a través de los tiempos», reducida a 76 minutos, y convertida en película de culto. En Suecia ha sido restaurada en tres ocasiones al menos. En la Mediateca tenemos la primera, de 1976, en dos ediciones, de nuevo con su metraje original: la que The Criterion Collection lanzó en DVD en 2001 (DVD 6676), y la que dispone de intertítulos en español.
Häxan pervive como un referente del cine más visionario de los años 20. También se la considera una especie de antecedente lejano del actual de posesiones diabólicas. Incluso, se podría decir que inventó el subgénero del docudrama, o falso documental, de terror. Y, aunque algunas de sus propuestas son muy hijas de su época (por ejemplo, el cliché de la «histeria femenina» como explicación a los comportamientos «brujeriles» y «satánicos»), la pregunta final de cuánto hemos cambiado en realidad (antes se quemaba en la hoguera, ahora se encierra en clínicas y psiquiátricos), quizá no esté fuera de lugar hoy día.