Black Sabbath: Greatest Hits (2009)

30 Octubre 2025

Contaba el desaparecido Ozzy Osbourne (1948-2025) que fue una decisión de la discográfica que apareciese una cruz invertida en la funda interna del primer álbum de estudio de Black Sabbath, y que esta fue la causa de que se asociara al grupo con el satanismo. Al margen de que lo que opinaran sus componentes, resultó un acierto comercial indudable.

Viene bien recordar la anécdota teniendo en cuenta que el rock, especialmente en sus variantes más pesadas, ha cargado a menudo con el sambenito del satanismo, por más que este fuera producto de la imaginación de sus detractores, una pose «rebelde» de artistas y bandas, o un mero recurso publicitario. The Rolling Stones, Led Zeppelin, AC/DC, Iron Maiden, KISS, son ejemplos de manual. Los británicos Black Sabbath también, y precisamente de ellos trataremos hoy, víspera de Halloween.

El grupo nacido en Birmingham en 1968 es considerado uno de los fundadores del heavy metal, obteniendo sus mejores logros en la década siguiente. Fue entonces que se forjó la imagen de oscurantismo y satanismo que lo perseguiría el resto de su carrera. Se dieron varias circunstancias propicias a ello. Como tantas otras bandas de rock, bebía de las fuentes del blues, un género también considerado «música del diablo» en su día. Un hecho fortuito (la pérdida de la punta de los dedos medio y anular de la mano derecha) obligó al guitarrista Tommy Iommi a bajar la afinación y usar cuerdas más finas, lo que dio origen al característico sonido heavy: guitarras fuertes, distorsionadas y oscuras; una sección rítmica densa y contundente; voces que pueden ser melancólicas, desgarradas, tan pronto agudas como graves y guturales... Y, claro está, las letras, que en el caso que nos atañe se deben al bajista Geezer Butler, ocupándose Osbourne de las melodías vocales. Al menos, entre 1970 y 1979, año de la expulsión de este último, quien pasó a ser el flagelo de la derecha cristiana estadounidense en los 80 (y en carne de reality televisivo en los primeros 2000).

En el Greatest Hits de la Mediateca encontrarás una recopilación de las canciones emblemáticas del grupo pertenecientes a esa etapa. El debutante Black Sabbath salió a la venta un viernes 13, mostrando en su portada la inquietante fotografía de una mujer vestida de negro sosteniendo un gato de idéntico color, y que, por supuesto, tiene historia propia. Por si fuera poco, musicalmente se abría con un trueno bajo una lluvia torrencial y el lúgubre tañido de la campana de una iglesia distante. En el álbum, impregnado de un tono oscuro y ominoso, sobresalen tres temas: Black Sabbath, con letra inspirada en una anécdota que Butler contó a Ozzy (la visión de una figura oscura en pie ante su cama) y un riff de guitarra construido sobre un tritono, intervalo musical que sugiere connotaciones satánicas en Occidente; The Wizard, que hace referencia a un mago benefactor, pero quizá también al camello de la banda en aquel tiempo; y N.I.B., donde Butler presenta a un Lucifer enamorado.

Aquel primer elepé sentó las bases de la acusación de satanismo que en adelante perseguiría a la banda. La crítica no lo trató bien, pero triunfó comercialmente. El siguiente trabajo, Paranoid, se lanzó rápidamente para aprovechar el éxito y confirmó el ascenso del grupo en Estados Unidos. El single homónimo retrata la enfermedad mental, en tanto War Pigs es una crítica a la Guerra del Vietnam, y Iron Man narra el esfuerzo inútil de un hombre por evitar el fin de la humanidad.

Black Sabbath sacaría otros seis discos de larga duración entre 1971 y 1978, aunque los dos últimos fracasaron en ventas y popularidad. En esa media docena de trabajos el grupo profundizó musical y temáticamente, pero manteniendo el sustrato oscurantista, sobrenatural y existencial marca de la casa. Ejemplos de ello son las canciones Children of the Grave (alegato antibelicista que apela al renacimiento desde la oscuridad y la muerte) y Sabbath Bloody Sabbath (que sacó a Iommi de un bloqueo como compositor, aparentemente gracias a una estancia en el embrujado castillo neogótico de Clearwell).

Las citadas y el resto de las catorce canciones de este recopilatorio suponen un acercamiento necesario a la banda que visual, lírica y musicalmente definió al vasto espectro del metal, no en último extremo por sus alusiones a la oscuridad y el terror, a la vez que influyó en quienes le sucedieron al frente de este movimiento. Tan solo por eso, merece ser recordada en este Halloween.

 

(Fotografía de Black Sabbath en 1970: Vertigo Records. P. D. Wikimedia Commons)

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