Masacre (Ven y mira) (1985)
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Ponte en situación. Tienes 13 o 14 años y vives en una aldea. La tierra en la que naciste y vives ha sido ocupada por un enemigo implacable y cruel. En un mundo patas arriba, tu meta es unirte a la resistencia. Y lo conseguirás, pero tendrás que pagar un precio alto: el endurecimiento de tu corazón.
Miles de personas pasaron por este trance durante la Segunda Guerra Mundial (1939-1945). Con mayor razón en la Unión Soviética, donde la lucha sin cuartel entre la Alemania nazi y la Rusia estalinista dejó imágenes de horror indescriptibles. No es de extrañar que el cine soviético se ocupara de aquella contienda desde muy temprano. Tras la muerte de Stalin, el tono patriótico y propagandista fue dando paso a una sensibilidad más sincera y emotiva. Tres buenos ejemplos son Cuando pasan las cigüeñas (Mikhail Kalatozov, 1957), La balada del soldado (Grigori Chukhrai, 1959) y La infancia de Iván (Andrei Tarkovsky, 1962). Precisamente este último título presenta elementos comunes con el que hoy te recomedamos: Masacre (DVD 4232).
El director Elem Klimov estuvo activo entre 1959 y 1989, pero no alcanzó cierto relieve internacional hasta que su película Agonía: la vida y la muerte de Rasputín recibió el premio FIPRESCI en la Mostra de Venecia de 1982. El protagonismo infantil estaba presente en sus primeros trabajos y también en el nuevo proyecto. Este se remontaba a 1977, cuando la administración soviética comenzó a planificar el 40 aniversario de la victoria sobre Alemania (la misma que Moscú celebró el pasado 9 de mayo, ahora en el marco del 80 aniversario). Sin embargo, Klimov no estaba interesado en una representación típica, de héroes y patriotas. La lectura de relatos y los recuerdos de supervivientes de las atrocidades cometidas por el Tercer Reich, le movió a hacer una película inspirada en la matanza de Jatín: el 22 de marzo de 1943, esta aldea de Bielorrusia fue incendiada y su población masacrada por un destacamento de las SS y colaboradores. El guion, escrito con Alés Adamovich (autor de un libro sobre aquella tragedia) no gustó a las autoridades y el rodaje se pospuso durante años, hasta que en 1984 pudo empezar sin aparentes ataduras de censura, alargándose durante nueve meses.
Klimov también lo tenía claro con el actor que debía encarnar al adolescente Flyora. No quiso que fuese un profesional y, efectivamente, Aleksei Kravchenko no lo era. Al no tener experiencia, quedó expuesto al realismo descarnado de la película, que afortunadamente no le dejó secuelas físicas o mentales duraderas. En cuanto al título, Klimov pensó en Matar a Hitler (la escena final de la película lo justifica); pero el definitivo Idi i smotri (en español Ven y mira; Come and See en inglés) casa a la perfección con el concepto de espectáculo, horrible pero necesario, de estos 142 minutos de extrema dureza, salvo algún instante fugaz de belleza poética, casi surrealista.
La película se estrenó en el Festival Internacional de Moscú, ganando el máximo galardón y siendo seleccionada por la Unión Soviética para competir en el Óscar a la mejor película de habla no inglesa, aunque no llegaría a ser nominada. También fue aclamada por crítica y público y hoy se considera un título importante dentro de la filmografía rusa de todos los tiempos. Para Klimov fue el canto del cisne. Los cambios políticos que se iban a producir en su país a partir de la segunda mitad de los 80 deberían haber favorecido su carrera, pero lo cierto es que no volvió a completar ninguno de los proyectos que planeó. En el año 2000 declaró haber perdido el interés por hacer cine y fallecería tres más tarde.
A los ojos actuales (saturados de violencia en el cine, en la televisión y en las redes sociales) puede que Masacre haya perdido la fuerza impactante que tuvo en el momento de su estreno; pero conserva la cualidad de conmover y hacer reflexionar sobre la naturaleza humana. A la vez, nos recuerda que si olvidamos los crímenes del pasado, estamos condenados a repetirlos bajo otros nombres, otras ideologías y otras circunstancias.