Las sandalias del pescador (1968)
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Que la muerte de un papa es mucho más que un acontecimiento religioso, lo confirma el interés social, político y mediático que han despertado las exequias de Francisco (Jorge Mario Bergoglio) y la elección de su sucesor. Y que las visualizaciones de Cónclave se hayan disparado desde el 21 de abril, prueba que el tema tiene un atractivo cinematográfico innegable.
De ahí, la oportunidad de una película como la que hoy te proponemos. Como muchos otros clásicos del cine estadounidense, Las sandalias del pescador (DVD 5514) nació de la novela del mismo título publicada en 1963 por Morris West, autor de otro best-seller trasladado a la gran pantalla, El abogado del diablo (1959). La novela se inspiraba en la vida de dos obispos católicos ucranianos, uno de los cuales fue liberado del Gulag siberiano justo el año del lanzamiento del libro y participó en el Concilio Vaticano II, en tanto el otro falleció en cautiverio en 1950. El protagonista de West tomaba el apellido del segundo (Lakota) y el feliz desenlace del cautiverio del primero. Quiso la casualidad que la novela saliera a la venta el mismo que fallecía Juan XXIII, impulsor del famoso concilio.
El éxito del libro hizo que Metro-Goldwyn-Meyer comprase sus derechos de inmediato y quisiera contar con su autor para adaptarla a guion cinematográfico. West no quedó contento de la experiencia y se negó a que su nombre figurase en el script definitivo, cansado de la acumulación de variaciones en determinadas escenas. Aún así, reconocía que el guion era más conciso y directo y expresaba con más fuerza parte de lo que había pretendido decir en la novela, a la que consideraba uno de sus trabajos más flojos.
La dirección de la película tampoco estuvo exenta de problemas, ya que el británico Anthony Asquith enfermó y tuvo que ser sustituido por su compatriota Michael Anderson, director de la oscarizada La vuelta al mundo en 80 días (1956). El productor George Englund obtuvo asesoramiento técnico del Vaticano, pero no el permiso para rodar en interiores como la Capilla Sixtina, recreada en los estudios para la ocasión.
Más allá de los aciertos y desaciertos del guion, el ancla de la película es su protagonista. Kiril Pavlovich Lakota es un personaje que gusta por su profunda humanidad: humilde, caritativo, solidario, abierto al cambio e inflexible ante la injusticia, y, no obstante, a cuestas con sus propios demonios. ¿Y quién mejor que Anthony Quinn podía encarnar a semejante «hombre santo»? La caracterización del mexicano-estadounidense conmueve sin necesidad del despliegue de pasión ciega, incluso brutalidad, de que hizo gala en otras muchas de su carrera. Porque es acorde, no solo al personaje que interpreta, sino a un guion en línea con el mensaje humanista que salió de un concilio que hizo historia.
Ese mensaje y Quinn probablemente sean lo más recordado de una película que decepcionó en taquilla. Las subtramas paralelas a la principal carecen de mucho interés, excepto quizá la del atormentado padre Telemond. La presencia de David Janssen como el periodista George Faber no tiene más sentido que informar a un público normalmente desconocedor de los rituales y procedimientos que siguen a la muerte de un papa; en tanto Vittorio De Sica (cardenal Rinaldi) y Leo McKern (cardenal Leone) cumplen en su cometido de expresar la visión tradicionalista de la Iglesia frente a los aires de reforma que se respiraban entonces en la institución. Y no es el único punto que responde a la realidad de la época. Toda la película, y el tramo final en específico, está impregnada del ambiente de la Guerra Fría y de la amenaza de una guerra nuclear mundial de alcance imprevisible.
La banda sonora de Alex North valió un Globo de Oro, pero las dos nominaciones a los Óscar (banda sonora y dirección artística) no tuvieron recompensa. Por lo demás, Las sandalias del pescador ha quedado como un film falto del adecuado engranaje entre la trama principal y las secundarias, pero que se deja ver gracias al buen pulso de las escenas individuales y al carisma de Quinn. Añade su peculiar (¿revolucionaria?, ¿ingenua?) visión del cristianismo, simbolizada en el Papa Kiril, y entenderás por qué durante años fue apuesta fija de las televisiones en abierto de nuestro país. Y, ahora, también de la Mediateca.
(Fotografía de Anthony Quinn en los años 60: D. P. Wikimedia Commons. Fotograma de Las sandalias del pescador: D. P. Wikipedia)