Sarah Vaughan (1955)

25 Marzo 2025

Ocurrió un poco por casualidad. Aunque llevaba tiempo actuando en clubes nocturnos, fue en 1942 que ganó un concurso aficionado al que había acudido acompañando a una amiga. El premio, consistente en un contrato semanal, le permitió conocer al pianista Earl Hines, a cuya big band se incorporó. Aquello duró poco, al igual que el paso por una segunda agrupación, y en 1945 emprendía carrera en solitario. Tres años después firmaba con Columbia, discográfica con la que grabó varios sencillos y un único elepé antes de mudarse a Mercury, donde disfrutaría de renovado éxito comercial y artístico.

Sarah Vaughan (1924-1990) tenía 31 años cuando registró su disco homónimo (CD 2561), el primero suyo lanzado por Mercury, a través del sello filial EmArcy, especializado en música jazz. (No hay que confundirlo con el 10" del mismo título con que debutase en 1950.) Al frente de la producción estaba Bob Shad, fundador de EmArcy, por donde pasarían, además de Vaughan, figuras del género de la talla de Max Roach, Billy Eckstine y Dinah Washington. Acompañaba a la cantante el trompetista Clifford Brown, que estaba en un momento cumbre de su malograda carrera. Su presencia hizo que la primera edición en CD de nuestro disco, en 1990, se retitulara Sara Vaughan with Clifford Brown, un cambio que llama a engaño. Primero, porque, aunque brillante, su aportación no es sustancialmente mayor que la de sus compañeros: el saxofonista Paul Quinichette, el flautista Herbie Mann y el pianista Jimmy Jones. Segundo, y más importante, porque pareciera deslucir el protagonismo de la voz de Vaughan, que suena relajada y confiada en compañía del cuarteto de músicos. A los cinco los dirige Ernie Wilkins, miembro de la banda de Count Basie y aquí, además, arreglista de los nueve temas (canciones populares y estándares de jazz) que componen el álbum.

La grandeza de Sarah Vaughan como cantante de jazz (ella prefería calificarse de cantante a secas) reside en el uso excepcional de su registro vocal, de variaciones tímbricas sutiles, distante o cercana a elección, capaz de pasar en una misma línea del tono más sutil a la nota aguda de soprano; en cualquier caso, en movimiento continuo. El resto lo pone la habilidad, la agilidad y el tacto de Brown, el virtuosismo de Mann (un producto de la Costa Este), el genio de Quinichette y una sección rítmica familiar para la estrella de Mercury Records.

Grabado en Nueva York, en dos sesiones de diciembre de 1954, y publicado en la primavera del año siguiente, el álbum obtuvo un éxito crítico abrumador y durante muchos años sería el favorito de la cantante. No es fácil destacar uno solo de los nueve temas del disco (diez incluyendo la toma alternativa parcial de Lullaby of Birdland). Cederemos la palabra al crítico de jazz Michael Ullman, quien, en las notas de acompañamiento al relanzamiento remasterizado del año 2000 disponible en la Mediateca, propone Embraceable You, un estándar de los hermanos Gershwin repetidamente interpretado:

«Aquí la voz de Vaughan, ricamente palpitante, sus saltos virtuosos, sus repentinos crescendos y su forma de relajarse expresivamente dan como resultado una interpretación tan conmovedora como técnicamente impresionante. Ese es el poder de la mejor Sarah Vaughan: puede asombrarnos y conmovernos al mismo tiempo con una única y compacta interpretación.»

 

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