Una cita con el cine y la música: «Amadeus» (1984)
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No es exactamente un musical, pero no funcionaría con otra banda sonora. La soberbia combinación de imagen y sonido hizo de Amadeus (DVD 1279) la gran triunfadora de la 57ª edición de los premios Óscar, ganando 8 de 11 nominaciones, incluidas mejor película, mejor guion adaptado, mejor director y mejor actor. Cuarenta años después de su estreno (19 de septiembre de 1984), sigue impactando y fascinando por más de una razón.
Miloš Forman no era un novato en la profesión cuando decidió llevar a la gran pantalla la pieza teatral de Peter Shaffer sobre la rivalidad entre Antonio Salieri y Wolfgang Amadeus Mozart. Miembro de la Nueva Ola Checoslovaca, no regresó a su país natal después de la Primavera de Praga, instalándose en los Estados Unidos. Alguien voló sobre el nido del cuco (1975) le proporcionó sus primeros Óscar y Globo de Oro a la dirección. Ya nacionalizado norteamericano, el musical Hair (1979) y el alegato antirracista Ragtime (1981) lo mantuvieron en la cresta de la ola.
Para Amadeus, el checo trabajó con Shaffer adaptando el libreto original, donde no había música. Esto resultaría clave, ya que su inclusión se reveló un elemento definitorio en el desarrollo de la trama, a la vez que imprime fuerza al espectáculo cinematográfico. El rodaje se localizó principalmente en Praga, Viena y Salzburgo, ciudades de secular tradición musical y significativas en la vida de Mozart. La función protagonista correspondió a dos actores desconocidos para el gran público. F. Murray Abraham tuvo el papel de su vida en el italiano Salieri; y lo mismo puede decirse de Tom Hulce, cuya composición del músico salzburgués se ha hecho icónica.
Precisamente, el Mozart de Shaffer y Forman es el elemento más controvertido para quienes buscan en la película un biopioc o un relato histórico fidedigno. El genio aniñado, frívolo, ridículo, bufonesco y vulgar, insustancial fuera del ámbito musical, se ha fijado en nuestra memoria colectiva, pero no se corresponde con la realidad. Como tampoco la supuesta rivalidad irreconciliable entre los compositores. Sin embargo, funciona a las mil maravillas como motivo cinematográfico y permite a Hulce y Murray lucirse en sus respectivos roles de enfant terrible y amargo vengativo; o, si lo prefieres, de representantes de la libertad creativa frente a la mediocridad artística.
Claro que todo esto no habría bastado sin el concurso de la banda sonora musical. Tratándose de quien se trata, fue una sabia elección articularla en torno a la música compuesta por el propio Mozart, con añadidos de Salieri y Giovanni Battista Pergolesi. El afamado director Sir Neville Marriner y su Academy of St Martin in the Fields registraron para la ocasión todos los temas que se escuchan en la película. De su valor da fe la escena en la que Salieri ayuda a su odiado pero admirado rival a componer el Réquiem. ¿Acaso importa que la muerte de Mozart no haya ocurrido así? La redacción de aquella obra póstuma alcanza cotas de emotividad épica gracias a la orquesta y a los coros supervisados por Marriner.
Mientras la película era aclamada internacionalmente, su banda sonora contribuyó a desatar la fiebre mozartiana. Llegó a entrar en las listas de ventas, siendo remasterizada con ocasión del lanzamiento del «director's cut» de Amadeus en 2002. El DVD de la Mediateca se corresponde a este último lanzamiento, que incluye un documental sobre la realización del filme. No tenemos el disco, aunque sí otro que ilustra la huella mediática que había dejado la película, incluso a comienzos de la década siguiente: Mozartmanía (CD 2344), un doble álbum que Philips Classics publicó en 1991 tirando de selecciones procedentes de su mastodóntica edición completa de los trabajos mozartianos, con destacada presencia del equipo de Sir Neville. Además de excelente introducción al legado de Wolfgang Amadeus, la foto de la cubierta y la mercadotecnia desplegada para su promoción («Los éxitos de W. A. Mozart», «Anunciado en TV») reflejan el impacto popular del largometraje de Miloš Forman.