Distrito 9 (2009)

10 Abril 2024

La de este mes es una de esas películas que dibujan una distopía. Ya sabes: representaciones ficticias y pesimistas del futuro de la humanidad. Cuando menos desde Metrópolis de Fritz Lang (1927), el cine no ha dejado de interrogarse sobre el tema, a menudo adaptando títulos de la literatura y —en las últimas décadas— de los videojuegos. Por este blog ya han pasado algunos ejemplos. Distrito 9 (DVD 2609) no será uno especialmente sobresaliente, pero sí interesante por el subtexto político y social.

Neill Blompkamp se ganaba la vida a principios de los 2000 trabajando como diseñador de efectos visuales y dirigiendo anuncios, videoclips y cortometrajes de animación. Peter Jackson (El señor de los anillos) se fijó en él para que dirigiese una adaptación de la franquicia Halo, a la que Blompkamp conocía bien por haber realizado una trilogía de cortos promocionando su tercera entrega. El proyecto no cuajó. En su lugar, productor y director decidieron desarrollar Alive in Joburg (2005) en un largometraje. Para protagonizarlo se hicieron con los servicios de Sharlto Copley, actor y coproductor en aquella obra primeriza. El presupuesto no superó los 30 millones de dólares, cifra modesta para una película de ciencia ficción.

Lo que distingue a Distrito 9 de otras distopías es que no transcurre en un futuro más o menos lejano, sino en 2010. Concretamente, en la Sudáfrica natal del director, a donde habría llegado en 1982 una nave con un millón de alienígenas al borde de la extinción. Lo que empieza siendo una labor humanitaria de acogida, conduce a un confinamiento en toda regla en un gueto (el del título) del que no pueden salir, en el que malviven bajo el creciente rechazo de la población humana y sometidos al control de una compañía privada interesada en el rédito económico de la tecnología extraterrestre. A partir de aquí, el argumento sigue los pasos del encargado del desahucio de aquellos para su traslado a otro distrito. Sin hacerte espóiler, la madeja irá enredándose de manera que el protagonista acabe involucrado en el problema de una forma que nunca imaginó.

La localización geográfica y el tema obviamente señalan al apartheid, el sistema de segregación racial vigente en Sudáfrica entre 1948 y 1992. Solo que aquí, el racismo y la xenofobia se expresan por medio del especismo que rebaja a los alienígenas a la categoría de bichos (en el doblaje español; pranws —gambas, langostinos— en el original inglés). Tampoco fue una casualidad el rodaje en Soweto, un área de Johannesburgo estrechamente ligada al fenómeno segregacionista. Por otra parte, hay también una crítica a la gestión de las empresas privadas internacionales en cuyos servicios armados se apoyan los gobiernos, tal es el caso de la ficticia MNU de la película.

Con una impactante campaña de marketing centrada en las redes sociales, una buena acogida crítica y de público, y alguna que otra controversia, Distrito 9 recuperó pronto el presupuesto invertido, cuadruplicándolo ya en 2015. A Neill Blomkamp le abrió las puertas de Hollywood, donde firmaría otras dos distopías (Elysium, 2013; Chappie, 2015) antes de casi desaparecer del mapa. La intención de rodar una secuela ha quedado en el aire.

Quizá lo mejor de este título sea su arranque de falso documental, que va cediendo paso a la ficción más convencional de acción y violencia. De todas maneras, sus 111 minutos cumplen entreteniendo y —a ratos— haciendo pensar.

 

(Fotografía: Neill Blompkamp en la Comic-Con de San Diego de 2009. Autor: Natasha Baucas en https://www.flickr.com/photos/sdnatasha/. Wikimedia Commons CC BY 2.0 Deed).

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