El cuento de la princesa Kaguya (2013)
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(Imagen: FilmAffinity)
El nombre de Isao Takahata no dirá mucho al gran público. Pero, si te gusta el cine de animación y, más concretamente, el japonés, lo ubicarás sin dificultad como uno de los históricos del género. Antes de su muerte en 2018, ejerció como director, productor, guionista, asistente de dirección y hasta director musical, en casi cuarenta títulos para televisión y cine, algunos de ellos emblemáticos.
Este mes recomendamos el que fue su octavo y último trabajo en la dirección. Un hermoso largometraje titulado El cuento de la princesa Kaguya (DVD 11351).
Si preguntas a alguien cuya infancia transcurrió en los años 70 del siglo pasado, seguramente recuerde a Heidi y Marco, dos hitos televisivos de la animación japonesa en España. Pues bien, Takahata dirigió ambas. Para entonces, llevaba una década en el medio y había dirigido tres películas. Su colaboración con Hayao Miyazaki se remonta a esa época, un dato importante porque la relación condujo a la fundación del Studio Ghibli en 1985. Ya antes, Takahata había producido el primer largometraje de Miyazaki (Nausicaä del Valle del Viento), función que repitió en El castillo en el cielo (1986). A partir de entonces, simultanea las de director y escritor. A esta nueva etapa corresponde la considerada unánimemente su obra maestra: La tumba de las luciérnagas (1988). Y, por supuesto, la que hoy recomendamos, última en la dirección, aunque no en la producción (esta fue La tortuga roja, 2016).
Isao Takahata en el Festival Internacional de Cine de Animación de Annecy, 2014 (Foto: Boungawa. Wikimedia Commons CC BY-SA 3.0).
El cuento de la princesa Kaguya (か ぐ や姫 の 物語 Kaguya-hime no Monogatari) debe su existencia a la lectura que Takahata hizo cuando niño de El cuento del cortador de bambú (竹取物語 Taketori Monogatari), un ejemplo del siglo IX o X de monogatari, un tipo japonés de narrativa en prosa, extensa y ligada a la tradición oral, de historias casi siempre ficticias, comparable a la épica. Desde los años 60 preparaba una adaptación que no fructificó hasta que, mucho tiempo después, Ghibli y él mismo acometieron el proyecto.
El argumento de la película no se aleja demasiado del relato original sobre el ser que surge de un brote de bambú y se transforma en una princesa que será cortejada por poderosos pretendientes antes de que se revele su verdadera condición. No obstante, Takahata quiere que la audiencia sea capaz de conectar emocionalmente con el personaje. La clave es el dibujo, que no es realista ni el que suele asociarse a la factoría Ghibli, sino de trazos sutiles, huidizos, diluidos que parecen sacados de una acuarela. Así ilustra el tema o temas de la historia de Kaguya, que, como toda literatura de raíz popular (y oral), encierra una lección de vida: la sencillez (rural) frente a la riqueza material (urbana); el paso de la infancia despreocupada a los deberes de la adultez; incluso, cierto mensaje «feminista» en el rechazo por parte de la princesa de las convenciones propias de su estatus social. Y, por encima de todo, el recuerdo de que hay belleza en la vida a pesar del dolor y del sufrimiento, a pesar de su inexorable final.
Vértigo Films, subsidiaria de la distribuidora que gestiona los derechos de Studio Ghibli en Europa, estrenó y distribuyó El cuento de la princesa Kaguya en España.
La combinación de sensibilidad narrativa y visual le valió a la película una recepción crítica muy positiva desde su estreno en noviembre de 2013. Al año siguiente, la exhibieron en múltiples festivales, Cannes incluido, y estuvo nominada a los Óscar. En nuestro país no se estrenó hasta 2016 y ha sido recientemente que la incorporamos a la Mediateca. Es tu oportunidad para disfrutar, sin suscripciones ni alquileres, del arte de Isao Takahata y quién sabe si del último gran clásico de Studio Ghibli.