Revolver (1966)
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(© Parlophone/EMI, Klaus Voormann. Fuente: Wikipedia)
Cada cierto tiempo, The Beatles vuelven a ser noticia. Puede ser una entrevista reveladora, el enésimo libro «definitivo», el descubrimiento de una grabación «perdida», o la miniserie documental que muestra material audiovisual inédito. Es como si se negaran a caer en el olvido generacional. También, la prueba de que todo lo relacionado con el cuarteto de Liverpool sigue siendo negocio seguro. Y, para nosotros, la oportunidad de traer al blog otro de sus discos.
Ya lo hicimos con motivo del 50 aniversario de Sgt. Pepper's en 2017. Hoy toca ocuparnos del álbum que lo precedió, el Revolver de 1966 (CD 479).
¿Qué te vamos a decir nosotros que no se haya contado ya de la banda y de su música? El icónico Sgt. Pepper's Lonely Hearts Club Band se considera, con justicia, su obra cumbre, el momento pico de su creatividad e ingenio. Sin embargo, a veces se pasa por alto que ese carácter innovador no surgió de la nada y que, al menos en parte, el cambio se venía gestando desde Rubber Soul (1965). Si a esto añadimos que los cuatro miembros llegaron a las sesiones de grabación del nuevo disco con las pilas recargadas (habían descansado tres meses desde la última gira internacional) y con ganas de experimentar, se comprende que John Lennon declarase justo antes de empezar el trabajo que «el próximo LP va a ser una cosa muy distinta». Y vaya si lo fue. Con la colaboración del productor George Martin (el «quinto Beatle»), del ingeniero Geoff Emerick y de otros técnicos de EMI, desarrollaron un sonido nuevo y diverso, con mayor gama de estilos musicales y un esfuerzo lírico más maduro.
Imagen de la sesión fotográfica de donde salió la que se utilizaría en la contraportada de Revolver. De izquierda a derecha: John Lennon, Ringo Starr, George Harrison y Paul McCartney. (Fuente: Efe Eme.com).
Revolver se grabó en los míticos estudios Abbey Road (Londres), entre abril y junio del 66. En el Reino Unido, se lanzó a la venta el 5 de agosto, conteniendo catorce temas; en Estados Unidos, se publicó con solo once, siguiendo la costumbre americana de alterar los álbumes de la banda, aunque esta sería la última vez. Además, de las sesiones de grabación salieron otras dos canciones, que se comercializaron en un sencillo aparte (Paperback Writer como lado A, y Rain en el B). La composición volvió a ser tarea mayoritaria de Lennon y Paul McCartney. George Harrison aumentaba su contribución, que por primera vez colocaba tres temas en un mismo álbum, empezando por el que abre el disco, Taxman, una protesta contra los elevados impuestos que pagaban las rentas más altas. Su voz está tratada con compresión pesada y una nueva técnica (ADT) que duplicaba automáticamente las pistas vocales. El solo de guitarra no lo toca él, sino McCartney, cuyo bajo, además, recuerda un poco al de la Motown:
Eleanor Rigby es una de las composiciones más hermosas de Paul McCartney, aunque la letra fuera el resultado de un esfuerzo común. Era la primera canción del bajista en tratar un tema (la soledad) distinto del estándar amoroso. Inspirándose en las bandas sonoras de Bernard Herrmann (Psicosis, Fahrenheit 451) , George Martin tejió un arreglo de cuerdas que arropa la voz principal, mientras Lennon y Harrison hacen las armonías:
La pieza anterior se publicó como sencillo a la par que el 33 revoluciones. La acompañaba (en la misma doble cara A del vinilo a 45 R.P.M.) Yellow Submarine. Concebida como una canción infantil y divertida, el resultado final se acerca más a la comedia y el vodevil, con las voces y los ruidos llenando la atmósfera. La canta el batería Ringo Starr, que esta manera repetía el hábito de interpretar un tema en casi todos los álbumes del grupo. El vídeo, como el de Eleanor Rigby, pertenece a la película del mismo título de 1968, protagonizada por una suerte de avatares de los cuatro Beatles:
Pero donde el cuarteto echa el resto, en cuanto a empeño e inventiva, es en el corte que cierra el álbum. Los tres minutos de Tomorrow Never Knows condensan todo lo que los Beatles estaban asimilando musical y técnicamente. Se estructura a partir de una sola nota (Do), evitando por completo los cambios formales de acordes. El sonido de la batería se obtuvo acercando los micrófonos e introduciendo una manta dentro del bombo. Se escuchan la tambura (instrumento similar a la bandurria y la mandolina) y el sitar indio de Harrison. La voz de Lennon se pasó por un amplificador-altavoz Leslie, y lo que asemeja gaviotas es la risa de McCartney acelerada. Hay overdubbing, loops, bucles de cinta hacia atrás... Lennon pretendía evocar una ceremonia budista tibetana, y consiguió una de las primeras canciones psicodélicas de aquella época de LSD, filosofía oriental y vanguardismo cultural que Harrison y él mismo abrazaban con entusiasmo:
La recepción crítica y pública de Revolver fue muy favorable, como correspondía al producto de unos artistas geniales, en estado de gracia y subidos al carro del éxito. Algo atenuada en Estados Unidos, donde escocían las polémicas declaraciones de Lennon («Somos más populares que Jesús») y el escándalo de la portada de su anterior álbum publicado allí. En cualquier caso, supuso la constatación de que The Beatles se habían embarcado en un proceso de transformación musical y personal. Ese cambio incluyó la retirada permanente de las extenuantes actuaciones multitudinarias en vivo, pasando a enfocarse en el trabajo de estudio. El resultado sería Sgt. Pepper's un año más tarde. Este puede ser la obra maestra, pero Revolver se justifica por sí mismo y por su influencia en el pop y el rock de la segunda mitad del siglo XX.
La edición remasterizada de Revólver disponible en la Mediateca (Apple Records, 2009), incluye un libreto con material gráfico y notas históricas y de la grabación.