Nevermind (1991)
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Hay discos que han sido clave para una época o una generación determinada. Nevermind (CD 700) de Nirvana es un ejemplo de cajón. Y es que el éxito masivo del grunge, aquel subgénero del rock alternativo surgido en el área de Seattle (Estados Unidos) a finales de los 80, le debe muchísimo a un álbum que en estos días cumple treinta años de su lanzamiento original.
Tanto se ha hablado y escrito de él, de Nirvana y, por supuesto, de Kurt Cobain, que será difícil que te contemos algo que no sepas. Con todo, es una cita obligada en The End. ¿Nos acompañas?
Nevermind no fue el debut discográfico de Nirvana, pero el Bleach (CD 696) de 1989 había pasado casi desapercibido fuera de su país. El sello discográfico independiente que los había contratado (Sub Pop, uno de los primeros en apostar comercialmente por el grunge) no lo promocionó demasiado, y, pese a las buenas críticas y al interés del público universitario, las ventas en USA no superaron las 40 000 unidades. Pero ya contenía el germen de lo que se avecinaba, con Cobain liderando abiertamente el proceso creativo. Ahora, junto al bajista Krist Novoselic y el nuevo batería Dave Grohl, fichó por una discográfica grande, DGC Records.
Antes de esos cambios, habían grabado ocho canciones. Algunas fueron regrabadas en las sesiones de estudio definitivas en junio y mayo del 91 en California. La incorporación del productor e ingeniero de audio Andy Wallace contribuyó decisivamente a que el grupo sonase menos oscuro y —detalle importante en la promoción pre-Internet— apto para la radio. No obstante, seguía siendo grunge: guitarras duras y distorsionadas, baterías contundentes, melodías vocales repetitivas y pegadizas, letras que reflejaban malestar y desencanto...
El título provisional del álbum era Sheep (ovejas), hasta que Cobain sugirió Nevermind por su incorrección gramatical («never mind») y porque resumía su actitud vital («no importa», «da igual»). La foto de la portada, que se convertiría en icónica, la tomó el fotógrafo Kirk Weddle; hubo dudas sobre si resultaría ofensiva, pero Cobain zanjó la discusión cuando dijo que aceptaría una pegatina cubriendo el pene del niño con la nota: «If you're offended by this, you must be a closet pedophile [Si te ofende esto, debes ser un pedófilo de armario (encubierto)]». (El asunto ha vuelto a la actualidad debido a la demanda por pornografía infantil que interpuso recientemente el ya adulto Spencer Elden.)
El disco salió a la venta el 24 de septiembre de 1991, en los tres formatos físicos del momento: vinilo, casete y cedé. Este último debía incluir una pista adicional oculta, pero un error evitó que apareciera en los primeros prensados (el ejemplar de la Mediateca sí la incorpora). Las trece canciones eran autoría mayoritaria de Cobain, aunque la de apertura —y primero de los cuatro sencillos que se extrajeron— la compuso a la par con Novoselic y Grohl. Se titulaba Smell Like Teen Spirit («Huele a espíritu adolescente») y mostraba los riffs de guitarra y los cambios bruscos característicos del álbum. Un lamento sobre la apatía de su generación, en forma de cañonazo sonoro accesible al público generalista:
Smell Like Teen Spirit fue un boom. Se publicó el 10 de septiembre como adelanto del elepé, no con la intención de que fuera su bandera. Pero el video no paró de rotar en las televisiones y ganó dos premios de la MTV al año siguiente. De hecho, multiplicó las audiencias del canal de cable estadounidense, contribuyó a meter al grunge en el maistream y a que Nirvana consiguiera el mayor éxito de su carrera. (En Youtube va camino de los 1347 millones de visitas.) Un clásico instantáneo, objeto de múltiples homenajes, como este resultón «mashup» entre el rock del trío de Seattle y el pop discotequero de Rick Astley:
DGC Records había estimado que, en el mejor de los casos, Nevermind vendería unas 500 000 copias en un año. El 11 de enero, cuando desbancó a Michael Jackson del número uno en las listas, eran 300 000 a la semana. El lanzamiento del segundo single se retrasó porque Come as You Are recordaba demasiado al riff de la ochentera Eighties de Killing Joke (y esta, a su vez, a la anterior Life Goes On de The Damned). Al final, prevaleció el potencial comercial del tema. Si Smell Like Teen Spirit sorprendió, Come as You Are («Ven como eres») mantuvo el interés despertado:
La letra de Lithium (litio) trata de un hombre con tendencias suicidas que se refugia en la religión. Un grito desesperado y agónico, no exento de ironía, que salió como tercer sencillo en julio del 92:
In Bloom («En flor») no se sacó en formato físico en USA (sí en Europa), aunque tuvo mucha difusión por las radios de aquel país. La letra parece criticar la superficialidad que la banda venía observando en la audiencia de la escena grunge. El video definitivo (hay otro, llamado alternativo, procedente de las sesiones de grabación de abril del 90) va en esa línea, con su parodia de los shows televisivos de los años 60:
Estas cuatro canciones son la muestra de lo que ofrece Nevermind, más amigable que su predecesor, pero donde hasta el inocente tono acústico de Polly enmascara una historia sórdida. No cabe duda de que, incluso con la algo tardía respuesta de la crítica profesional, cogida por sorpresa, la recepción fue excelente. Solo en números, el álbum ocupaba la tercera posición en el Billboard 200 al final de 1992. Se mirase por donde se mirase, había sido un triunfo brillante e inesperado.
Y, pese a ello, los miembros de Nirvana no quedaron satisfechos de los resultados (al menos, en público), porque la producción sonaba más comercial de lo que habrían querido. Tampoco les satisfizo enteramente el sonido del tercer disco de estudio, In Utero (CD 701), en cualquier caso menos pulido que Nevermind.
Después, en noviembre de 1994, DGC Records puso en venta el concierto acústico que Nirvana había grabado para la MTV justo un año antes (seguramente, el más recordado de la popular serie de «unplugged» que la cadena emitió durante la década de los 90). Hacía siete meses que Kurt Cobain se había suicidado en su casa de Seattle. Su malestar por la fama, las presiones profesionales y personales, la frustración ante las reacciones que suscitaba su música, la depresión, la adicción a la heroína, todo contribuyó a aquella muerte prematura. Desparecía así una banda de rock y nacía un mito del selecto Club de los 27.