Los mejores años de nuestras vidas (1946)

13 Mayo 2020

Cuando el presente y el futuro inmediato parecen inciertos, se comprende el ansia de evasión y que, como el creador de Black Mirror, no queramos saber nada de dramas y tristezas. Otra opción sería ver una buena película que, partiendo de una tragedia, se sobreponga al sufrimiento y transmita un mensaje de esperanza.

A esa última categoría pertenece la que hoy recuperamos para ti. Todo un clásico de Hollywood, firmado por William Wyler en 1946 con el apropiado título de Los mejores años de nuestras vidas (DVD 4281, 4282).

William Wyler hacia 1945

Por una vez, la traducción castellana hace honor al título en inglés. Dicho sea de paso, un título engañoso, porque suena a comedia, a romance o a musical de Broadway. Y, si bien hay dosis de humor y de romanticismo  (tal y como se entendían en la época), se trata de un melodrama. En concreto, el de tres combatientes norteamericanos que regresan al hogar al término de la Segunda Guerra Mundial (este año conmemoramos su 75 aniversario).

La idea partió del productor Samuel Goldwyn, interesado por el potencial cinematográfico de esta clase de historias. Empezó a trabajar en un texto titulado “Glory for Me” (literalmente, “Gloria para mí”) y eligió como director a Wyler, que volvía a la meca del cine después de haber servido como documentalista en las Fuerzas Aéreas. Ambos encargaron el guion definitivo a Robert Sherwood, dramaturgo con amplia experiencia (no siempre acreditada) en la industria. Cuando lo entregó, había cambiado el título, tomándolo de una frase que dice uno de los personajes, y -lo más importante- también el enfoque pesimista de la propuesta original. El rodaje empezó en abril de 1946 y la película se estrenó en noviembre.

El marinero Homer Parrish (Harold Russell), el piloto Fred Derry (Dana Andrews) y el sargento Al Stephenson (Frederic Marc) entablan amistad de camino a casa

El film, pese a cumplir los tópicos del melodrama, es realista exponiendo las dificultades de adaptación del trío protagonista. Mención aparte merece Harold Russell, un auténtico mutilado de guerra que Wyler escogió después de verlo en un documental. No siendo actor, su naturalidad y humanidad todavía es capaz de desarmar al espectador sensible. La suya es una discapacidad física evidente, pero los personajes de Frederic Marc y Dana Andrews tampoco se libran de traumas. Cada uno a su manera, los tres han de superar problemas inspirados en los que hubieron de afrontar muchos excombatientes de aquella terrible experiencia bélica. Los convencionalismos narrativos y el inevitable Happy End no desmerecen la emotiva veracidad de lo que se nos cuenta.

Peggy Stephenson (Teresa Wright) despierta a Fred de una de sus pesadillas recurrentes

The Best Years Of Our Lives (a veces traducida en singular: ... de nuestra vida) fue un sentido homenaje de Hollywood a sus veteranos de guerra, y una de las mejores obras de un director que ya había demostrado su solvencia manejando los códigos propios del drama (Desengaño, Jezabel, Cumbres borrascosas, La carta, La loba). No es de extrañar que esta cinta ganara siete Óscar, incluyendo mejor película, director, actor y actor de reparto, con la particularidad de que Russell es la única persona que ha ganado dos Óscar por idéntico papel en una misma edición (el otro fue el honorífico “por haber dado ánimo a los veteranos”).

A pesar de estas credenciales, no escapó de la paranoia anticomunista de los años 50, obsesionada con rastrear el menor atisbo de pacifismo izquierdista (¡!). Poco importó, como tampoco importan las casi tres horas de metraje. A tres cuartos de siglo  vista, incluso vuelve a estar de actualidad, porque nos recuerda que el retorno a una “nueva normalidad”, por desafiante que sea, es posible si se afronta en compañía de tus amistades y seres queridos, con confianza e ilusión en el porvenir.

 

 

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