Fiebre del sábado noche (1977)
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Una simple cuestión de tiempo hace que en 2017 se celebre el 40 aniversario de un puñado de películas que, por una u otra razón, ha pasado a la historia. Una de ellas es Fiebre del sábado noche (DVD 3041).
Más de uno esbozará una sonrisa al leer este título. ¿Una cinta sobre un joven empleado de una tienda de pinturas de Brooklyn, cuya única meta en la vida es bailar los sábados en la discoteca de moda? Dicho así, no parece gran cosa. Pero si te olvidas de los prejuicios, verás que hay motivos para prestarle atención.
De entrada, se basa en "Ritos tribales del nuevo sábado en la noche", un reportaje que la revista New York publicó en junio de 1976 como un estudio de antropología urbana, pero que en verdad fue pura invención del autor. Da igual. Un productor avispado se olió el negocio: la música disco estaba en auge y resultó que él mismo -Robert Stigwood- era manager de los Bee Gees, un trío británico que últimamente se había decantado por un sonido más bailable. El resto fue cosa del guionista Norman Wexler y del director John Badham.
La película no carece de elementos dramáticos, pero es evidente que su atractivo reside en otro lado: la banda sonora y John Travolta en el papel del italoamericano Tony Manero. En la primera destacan seis temas que coronaron a los hermanos Gibb (Robin, Barry y Maurice) -y su famoso falsete- como los reyes de la disco music. Gracias a ellos, Saturday Night Fever fue la OST más vendida hasta El guardaespaldas de Whitney Houston (1992), y a menudo se la considera la mejor de todos los tiempos. En cuanto a Travolta, entrenó duramente la coreografía y se metió hasta tal punto en la piel de su personaje que ya nadie osaría imaginarlo sin los andares, entre chulescos y horteras, con los que abre el film al son de Stayin' Alive:
Al margen de sus discutidos valores cinematográficos, Fiebre del sábado noche en cierto modo sí que puede considerarse un documento sobre la cultura Disco, esa que marcó toda una época en el baile y el vestir (plataformas, camisas de cuello en V, pantalones de campana). Travolta fue nominado al Oscar y repitió éxito al año siguiente con Grease; luego cayó en el olvido casi total, del que no se recuperaría hasta Pulp Fiction (1994). Pero en los anales del séptimo arte han quedado sus movimientos en la pista, imitados por millones de admiradores y ridiculizados sin piedad por el mismo Hollywood: