Emma Goldman, la anarquista desencantada
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Emma Goldman nació en Lituania, cuando esta aún formaba parte de Rusia, en junio de 1869. Con tan solo 15 años huyó de casa porque su padre quería casarla contra su voluntad, y emigró a EEUU.
El viaje a EEUU lo hizo con su hermanastra, allí trabajó como obrera textil y se sumó a la huelga de los trabajadores en lucha por la jornada de ocho horas. Fue testigo de la masacre de Haymarket, en la que cuatro anarquistas fueron ahorcados. Este hecho hizo que se uniera definitivamente al movimiento libertario y que se convirtiera en una militante por los derechos sociales.
Tras numerosos arrestos, en 1919 fue expulsada de Estados Unidos y deportada a Rusia. En la audiencia, Hoover -futuro jefe del FBI- la calificó como "una de las mujeres más peligrosas de América". Y durante más de 30 años fue considerada enemiga pública de EEUU, básicamente por agitadora.
Aunque llegó a su nuevo destino con esperanzas en los principios de la Revolución Rusa, con el paso del tiempo se fue desencantando. Especialmente al comprobar el uso que se hacía de la violencia y el autoritarismo. Terminó por emigrar a Canadá, donde falleció en 1940, aunque finalmente fue enterrada en Chicago.
En 1936, Emma Goldman colaboró con el gobierno español republicano en Londres y Madrid durante la Guerra Civil española.
Autora prolífera, entre sus obras destacan los dos volúmenes de sus memorias Viviendo mi vida y numerosos ensayos, como Feminismo y anarquismo y Tráfico de mujeres.
La arrestaron tan a menudo que cada vez que hablaba en público llevaba consigo un libro para leer en la cárcel. Era Emma Goldman y su delito doble: ser anarquista y feminista, orgullosa representante de las mujeres que se auto designaban «mujeres libres».
Nuria Varela, Feminismo para principiantes