Hubo un tiempo...
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Hubo un tiempo, no muy lejano, y un lugar, aquí al lado, en los que el cómic (cabe, TBO, Bande dessinée, o como queramos denominarlo) era tabú. A veces por su contenido incendiario, decían algunos; inapropiado por sus “grotescos dibujitos”, gritaban otros; producto infantil, sentenciaban adustos académicos de poltrona mullida, copa y puro (nótese la sardónica generalización).
Su carácter incendiario—¿siempre?, cabría preguntar—más que descrédito, otorgaba lustre a una expresión cultural, la del cómic, que constituía, en latitudes y longitudes diversas de este nuestro mundo, un auténtico faro frente a la oscuridad dominante.
Lo grotesco, devenido hoy elogio y ayer estigma, nunca fue en las historietas el elemento caracterizador par essence (perdón por la pedantería, el peso del cómic franco-belga se deja notar…).
En cambio, producto infantil ha sido probablemente la mayor losa que ha pesado—y sigue pensando todavía—sobre el mundo del cómic o la novela ilustrada. Máxime cuando esa calificación denota un marchamo peyorativo, equiparando infantil a simple. Y en esas, el mundo del cómic se movía entre la justa reivindicación y la injusta necesidad de autojustificar su existencia.
Han pasado los años y, poco a poco, el espacio se ensancha, el público crece, se diversifican los intereses y se magnifica su alcance. Ya el zeitgeist—perdón, de nuevo—no es el que era. El cómic ocupa cada vez más un hueco mayor en las estanterías de librerías y bibliotecas y, lo que es más importante, en el imaginario colectivo de nuevas—y no tan nuevas—generaciones de lectores y lectoras que encuentran en él tanto legítimo entretenimiento como una nueva forma de acercamiento a la realidad que nos inunda y, en ocasiones, nos acompleja con su saturación.
Aprovechando que el pasado 17 marzo se celebró el Día del Cómic—cualquier excusa es buena, en realidad—queremos hablarte de Medicina Gráfica (o Graphic Medicine), que es el rótulo bajo el que se cobija una de esas herramientas de aproximación a una temática determinada.
Medicina Gráfica hace referencia al papel del cómic, de las novelas gráficas o las ilustraciones en el ámbito sanitario. Pero no de cualquier manera. No hablamos de clasificar cómics o novelas gráficas bajo temática sanitaria.
El concepto es mucho más profundo.
Con medicina gráfica nos referimos a todo ese conjunto de materiales representado por los cómics, las novelas gráficas, las ilustraciones o las infografías diseñadas como un elemento de comunicación entre el mundo profesional sanitario y los y las pacientes.
El punto central es la transmisión de información relevante de una forma sencilla, atracción rápida, comprensión inmediata y cercanía, superando la barrera que un lenguaje altamente especializado, como el sanitario, erige frente a un paciente esencialmente diverso y que tiene como punto de anclaje básico el poder evocador de la imagen y la capacidad de condensación de un mensaje complejo en poco espacio. El resultado es la humanización de algo tan delicado como la salud.
Con esa premisa, desde la Biblioteca de Ciencias de la Salud hemos intentado ir construyendo un fondo cada vez más amplio de recursos bibliográficos que complementen—nunca sustituyan—a las tradicionales monografías altamente especializadas que pueblan nuestras estanterías.
Aquí van nuestras seis propuestas.
Conejo-man contra el Coronavirus / Mollá, Damián
Un mal médico / Williams, Ian
Cara o cruz: conviviendo con un transtorno mental / Loubie, Lou
Diagnósticos / Agrimbau, Diego
Humorizar la salud / Ruiz Irigoyen, Jesús María
Neurocómic / Farinella, Matteo
Si quieres conocer estos fondos o incluso proponernos la adquisición de otros, nuestras puertas están abiertas.
¡Te esperamos!