Entrevistamos a... María Martín Barranco
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Hoy charlamos con María Martín Barranco, especialista en intervención social con enfoque de género y en lenguaje inclusivo. Autora de dos libros que nos encantan y que te recomendamos: Ni por favor ni por favora, cómo hablar con lenguaje inclusivo sin que se note (demasiado), publicado en 2019 y Mujer tenías que ser, la construcción de lo femenino a través del lenguaje, del 2020. Ambos en la editorial Catarata.
María Martín Barranco es licenciada en Derecho y fundadora de la Escuela Virtual de Empoderamiento Feminista (EVEFem). Asesora en igualdad a varias instituciones y empresas, entre ellas, al ICI, el Instituto Canario de Igualdad. Con ella charlamos sobre lenguaje inclusivo.
El uso del lenguaje no inclusivo, ¿es una forma de violencia contra las mujeres?
Sí. Y no es algo que nos hayamos sacado de la manga ni las feministas en general ni yo en particular. Hace mucho que está demostrado que el lenguaje es una herramienta de poder. Con lenguaje clasificas la realidad, lo que es válido y lo que no. Lo aceptable y lo inaceptable. Lo que puede ser atendido o ignorado. Crea espacios simbólicos de poder, o los arrebata. Con palabras se define la realidad y se decide cómo se nombra, qué se nombra y se define a quien carece de la capacidad de definirse a sí. Las mujeres hemos sido apartadas históricamente del poder de definir el mundo y a nosotras mismas. El punto de vista masculino se ha hecho pasar por el de la totalidad del género humano, atendiendo así solamente a sus deseos, intereses y necesidades. Cuando un país coloniza a otro lo primero que hace es imponer su lengua y hacer de ella la lengua de las élites. Eso han hecho con nosotras hasta hace muy poco. Eliminarnos del discurso por todos los medios, aniquilarnos simbólicamente.
Tu primer libro, Ni por favor ni por favora, se subtitula: Cómo hablar con lenguaje inclusivo sin que se note (demasiado). ¿Si no se nota demasiado hay más posibilidades de éxito?
Si se nota demasiado, algo ha fallado. Cuando estás hablando y lo que prevalece son las herramientas que usas, no estás usando bien esas herramientas. Es como cuando en una novela puedes detectar los artificios que se usan para atrapar tu atención, dejas de pensar en la trama para ver el entramado. O cuando usas una muletilla y acabas aburriendo a las ovejas. Tu comunicación es deficiente si lo que querías decir no es lo que destaca de tu mensaje. Si se nota demasiado, algo se está haciendo mal.
¿De qué manera participa el lenguaje en la construcción de lo femenino?
De manera sutil organizando nuestra mente de acuerdo con unos parámetros determinados que interiorizamos conforme adquirimos el uso del lenguaje y, con él, la capacidad de pensar y pensarnos en el mundo: El masculino, cuando se refiere a personas, es sinónimo de humanidad; el femenino solo nombra a las mujeres. Si hay un solo hombre en un espacio todas las mujeres quedarán subsumidas en el masculino gramatical para que él quede representado, que ellas no estén es indiferente. No solo quedamos silenciadas, forzosamente eso te sitúa en el mundo en una posición subordinada.
De manera evidente cuando desde los diccionarios se define a las mujeres o cualquier asunto en relación con ellas. Mucho más incuestionable si comparamos con la forma de definir lo masculino y lo relacionado con ellos.
También, por supuesto, con el aporte de a sociedad a través de la cultura popular, el humor, los canciones infantiles, los refranes… Se nos marca de forma muy clara cuál es el lugar en el que se espera que estemos y qué pasará si no lo estamos. Resumiendo mucho sería estar donde la sociedad patriarcal diga (casi siempre por boca de uno o varios hombres) y merecernos lo que nos suceda si no estamos en él (que nos digan putas, que nos ataquen, que nos asesinen).
¿Por qué existe tanto rechazo a un uso inclusivo del lenguaje?
Depende. Están quienes ahora no nos nombran y quieren seguir así, porque les cuesta renunciar a parcelas de poder que tienen desde tiempo inmemorial y por eso lanzan bulos sobre la inadecuación del lenguaje no sexista, su dificultad, su inutilidad. En este momento la RAE es una de las grandes creadoras de paparruchas de la comunidad hispanoparlante.
Nombrar el mundo de otra forma, requiere pensarlo desde otro lugar, situarte de un modo distinto en él. A veces eso requiere un proceso de reflexión que no es sencillo. Si le sumas que quienes se supone que saben de lenguaje se pasan el día con el dedito señalando “eso está mal, lo otro también, lo de más allá peor”, tienen la excusa perfecta para no tomarse el tiempo o el trabajo de contribuir a un mundo mejor con algo tan sencillo y baratito como las palabras.
El humor está muy presente en tus dos libros publicados, ¿es más fácil hablar de temas serios desde el humor?
No sé si es más fácil, porque hablar de temas serios con humor exige un equilibrio continuo para no ser irrespetuosa con los temas que tratas, ni banalizarlos. El esfuerzo merece la pena porque, en general, los temas que provocan el rechazo al que antes aludías sí pueden esquivar ese rechazo con humor. La risa, sobre todo cuando no la esperas, deshace las defensas y ahí es donde queda la semilla que después −quizás− dé fruto.