Otra doble sesión de cine (más o menos) navideño
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Llega el momento de celebrar con un buen par de películas el periodo festivo que se aproxima. Lo suyo sería cumplir la tradición navideña, pero no es la primera vez que The End opta por algo menos obvio. No mucho, claro, porque la selección de este año —una comedia romántica y un drama— tiene en la Navidad un tema accesorio, aunque no carente de interés. ¿Lo comprobamos?
Cuando Harry encontró a Sally
Nunca nos cansaremos de repetirlo: hace mucho tiempo que la Navidad poco tiene que ver con el original sentido religioso de la festividad. Pero si hay algo que no cambia, es el punto de sentimentalismo —si quieres, de ñoñez— que nos invade en esos días. De ahí el éxito de las historias de «chico-conoce-a-chica» (las parejas no heterosexuales o no normativas son recientes y minoritarias en el cine comercial), que han de salvar los obstáculos que frenan su amor.
Cuando Harry encontró a Sally (DVD 2369) no es una excepción a la regla, pero la distingue un elemento hasta cierto punto original cuando se estrenó en 1989. El chico y la chica se conocen siendo estudiantes universitarios y se repelen mutuamente. Él afirma que no puede haber solo amistad entre hombres y mujeres y ella está convencida de lo contrario. Lo que estaba destinado a ser un molesto encuentro pasajero, se transforma con el paso de los años en una amistad duradera con aspiraciones a romance.
En su tercer guion cinematográfico, Nora Ephron dio en la diana proporcionando la enésima vuelta de tuerca al viejo motivo de la lucha de sexos. Dirige Rob Reiner, antiguo guionista y actor que se dio a conocer en labores de realizador gracias al falso documental This Is Spinal Tap y luego se marcó dos clásicos ochenteros: Cuenta conmigo y La Princesa prometida. Su figura de divorciado sirvió de inspiración para el personaje masculino, en tanto el femenino bebió de la propia Ephron y de amigas suyas.
El filme supuso el definitivo lanzamiento de la pareja protagonista: Billy Cristal, procedente de Saturday Night Live y de la comedia televisiva, es el realista/pesimista Harry; y Meg Ryan, hasta entonces un actriz de poco lucimiento, es la cándida/optimista Sally. Sin olvidar las aportaciones de Bruno Kirby y Carrie Fischer, en los respectivos roles de amigo y amiga de confidencias de Harry y Sally. El plantel actoral, el guion de partida de Ephron (Reiner y Cristal pondrían de su cosecha), la acertada dirección, los diálogos deudores de la screwball comedy y una banda sonora de estándares del jazz, son factores que explican el éxito que tuvo entonces y que se la siga teniendo en estima pese a que su visión de las relaciones de género difiera de la actual. Tiene su aquel asistir a la evolución de la relación entre Sally y Harry. Y no olvides que la escena del orgasmo en la cafetería es parte de la historia de la comedia americana moderna. Si no fuera bastante, el tramo final de la película, situado el 31 de diciembre, justifica el visionado en Navidad.
Dublineses (Los muertos)
Nochevieja/Año Nuevo es un instante de celebración. También lo es de echar un vistazo atrás, de cantar «por los viejos tiempos», por quienes nos han dejado, como en la famosa melodía que suena en el clímax de Cuando Harry encontró a Sally.
También se recuerda el pasado en Dublineses (DVD 2713), el testamento cinematográfico y personal de John Huston. El director de tantos clásicos inolvidables (de El Halcón maltés a El hombre que pudo reinar y El honor de los Prizzi), se embarcó en sus últimos años de vida en un proyecto anhelado: llevar a la gran pantalla «Los muertos», uno de los quince relatos contenidos en Dublineses, de James Joyce. La mala salud (un enfisema pulmonar a los ochenta años no es cosa de broma) le impidió rodar en Dublín, localidad donde se ubica la historia. No debió resultar agradable dirigir desde una silla de ruedas, con oxígeno y comunicándose mediante micrófono. Pero nada le impidió llevar a término la obra, a la que otorgó una calidez y un intimismo como nunca antes en su filmografía.
El guion, firmado por su hijo Tony, adapta fielmente el relato del escritor irlandés. Para mejorar la narrativa, se alteraron y ampliaron los diálogos, además de introducir un personaje no contemplado en el original. La trama transcurre en una única jornada, el 6 de diciembre de 1904. En concreto, en la tradicional cena que las hermanas Morkan celebran cada Epifanía, a la que asiste un variopinto grupo de personajes. Freddy Malins dirá las verdades del boracho, aunque nos impaciente su estado etílico. La voz del tenor D'Arcy nos conmoverá al entonar una canción tradicional irlandesa. Y su escucha revivirá en Gretta (encarnada por la hija del director, Anjelica Huston) recuerdos dolorosos, que darán pie al monólogo interior de su marido Gabriel con el que concluye la obra.
The Dead tiene una estructura muy teatral, donde las palabras y los silencios importan más que el movimiento. Acorde con el texto novelado, reflexiona sobre la transitoriedad de la vida, lo efímero de la felicidad y del amor, sobre el peso del pasado y de la muerte. Quizá no sea lo que cabe esperar de una «peli navideña», pero sí la despedida apropiada de un John Huston que fallecería a finales de agosto de 1987, apenas cuatro meses antes del estreno.
(Edición autorizada de una imagen de freepik)